viernes, 25 de diciembre de 2020

#MismoInicioDiferenteFinal #relato #terror #misterio

Días de oscuridad

Por: @lixysol

Para el reto #MismoInicioDiferenteFinal 

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La luna brillaba esplendorosa en aquella noche invernal. Los dos se miraron, preguntándose qué hacer ante el panorama que se les presentaba. Frente a ellos, la ciudad completamente en tinieblas. Solo las pinceladas de luz plateada de la luna dejaban ver resquicios de la realidad. 

Marisa y Fernando hacían sobremesa en el balcón, consumiendo con rapidez la última botella de merlot. La cena por su segundo aniversario había transcurrido casi en silencio y bajo la fúnebre luz de una vela de emergencia. 

—Espero que restablezcan pronto la electricidad—murmuró Marisa mientras encendía un cigarrillo—. Esta oscuridad me pone nerviosa.

—No es la oscuridad lo que te tiene así—replicó él, sirviéndose el residuo de vino—. Yo también estoy inquieto, pero no te preocupes. Todo saldrá como lo planeamos. 

Marisa echó una profunda bocanada de humo. Intentaba creer en las palabras de su esposo, pero le resultaba difícil. Lo que habían hecho era grave. 

—Muy grave. Es muy grave...—dijo en voz baja.

—Ya no le des más vueltas. En cuanto llegue la luz lo sacamos en el bote grande de basura, y adiós —afirmó Fernando.

—¿Por qué tuvo que ser el portero precisamente? Todos notarán su ausencia...sobre todo la del 2B. Esa mujer intrigosa y entrometida...no podré verle a los ojos.

Fernando tomó de los hombros a su mujer, mirándola fijamente.

—Escucha, no dejes que te traicionen los nervios. Ese tipo intentaba lastimarte cuando llegué. Eso por fortuna, o quién sabe con qué escena me habría encontrado de tardarme un poco más. 

—Tú solo le golpeaste, fui yo la que...

—¡Calla! —advirtió Fernando—. Quedamos en que seguiríamos nuestra vida normal. Ya han pasado dos días, y el cuento de las vacaciones del portero ha colado. Ahora todo es conservar la ecuanimidad, ¿está bien?

Marisa entró al salón. Se quedó pensativa.

—¿Y si aprovechamos la oscuridad? Es día festivo y no hay nadie en el edificio, excepto la del 2B. Si nos espía, verá a un matrimonio feliz sacando la basura. ¿Qué dices?

Fernando cerró la puerta del balcón y se dirigió sin pausa hacia el cuarto de servicio. Abrió la tapa del refrigerador de carnes y, tomando aire, sacó un gran bulto congelado, lo envolvió en plástico y lo echó al bote de basura. 

—Y qué bueno que tiene rueditas esta cosa, que si no, cómo lo llevaríamos...

Marisa ayudó a su esposo a bajar el bote. En el segundo piso, un ojo inquisidor parpadeó a través de la mirilla de cristal. Los enamorados se besaron con pasión en el descanso de la escalera hasta cerciorarse de que el ojo se había ido. Luego siguieron con la sinfonía de golpeteos hasta la puerta de servicio. 

El camión recolector de basura llegó en ese instante, casi como un cancerbero moderno, en medio de la negritud nocturna. La pareja aprovechó para echar rápidamente el bulto al contenedor de reciclaje justo antes de que fuera volcado al camión. Ambos se quedaron mirando la escena desde las sombras, intentando dejar salir el suspiro de alivio que tanto necesitaban, pero la tensión era tremenda. 

El vehículo se alejó por la calle. Sus intermitentes parecían ojos bermellones, únicos testigos de lo ocurrido.

Marisa y Fernando subieron escalón por escalón, despacio y en silencio. Al pasar por el 2B, la vecina les salió al paso.

—¿Ya no alcancé el camión? —preguntó con tono sarcástico, sosteniendo en las manos dos bolsitas plásticas.

—No, lo siento—contestó Fernando con sonrisa fingida.

—Vaya golpeteo el que traían, ¿eh? Al menos ochenta kilos de basura llevaban...¿o serían noventa?...

Marisa y Fernando se miraron de reojo. Sin decir palabra, cercaron a la vecina hasta hacerla entrar en el apartamento.

—Después de todo, tal vez sí alcance usted el camión—afirmó Marisa, al tiempo que llegaba la electricidad.

FIN



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