domingo, 28 de abril de 2019

#poesía

Amor intrépido

Y, de repente,
aparece el amor
en forma insospechada,
camuflada, mágica.
En corazones lejanos,
bombeados con sangre de sueños.
Son tu familia
porque se lo han ganado.
Te aman sin condición
ni presión social.
Ese amor está entre palabras,
exorciza la levedad,
te da pertenencia.
Nunca esperes hallarlo
en lo cotidiano.
Lo encontrarás allí
donde te atreves
a desvelar el misterio
de lo desconocido.


sábado, 27 de abril de 2019

#TallerLetrasyErroresCompartidos

Ejercicio 1
#AventuraNarrativa1000

Reseña: Una profesora sordomuda se enfrenta a la poca empatía y tolerancia de las personas hacia su discapacidad.
Título: Ágil como gacela
Relato:

La alarma del despertador vibra a las siete en punto. Minerva deja la cama de un salto y va directo a la ducha. Mientras está bajo el chorro del agua tibia, repasa los pendientes del día. Cierra por un momento los ojos. Está nerviosa. Piensa que no es un lunes cualquiera. Toma aire y aguanta la respiración, como si estuviera dentro del mar. Se repite como un mantra que todo saldrá bien. Cierra la regadera, sale del baño. Se arregla en tiempo récord y lamenta no haber alcanzado a prepararse un café. Toma el bolso, el abrigo, la sombrilla y sale de casa, preguntándose cómo serán sus nuevos alumnos. Mientras intenta tomar un taxi libre, repasa si no olvidó nada. Por fin, un auto la atiende. El tráfico es pesado a esta hora, pero logra llegar a tiempo a la escuela. Se presenta con la directora y de inmediato la canalizan a su nuevo segundo hogar.

Es un aula amplia y luminosa, con un mueble lleno de material didáctico, mesitas y sillitas de colores. Sin más, recibe a una decena de pequeños que rasan los siete años y que le devuelven el saludo con lenguaje a señas. Minerva recuerda su etapa escolar siendo una niña sordomuda. La imagen de su madre apoyándola la hace sonreír. Se siente feliz por ser profesora y tener la oportunidad de cambiar el destino de esos niños. Les explica que harán un ejercicio para conocerse. Con sus pequeñas manos, todos indican la letra inicial de su nombre de pila. La maestra intenta memorizar la mayoría de rasgos de cada uno, ya que eso le da herramientas para nombrarlos. Se enfrenta a un problema. Hay dos niñas cuyos nombres comienzan con A. Les dice que, como un juego, las llamará con la A y alguna seña particular. Ana tiene los ojos grandes y azules, por lo que su seña será A y Azul. Andrea sonríe todo el tiempo, así que su seña será A y Sonrisa. Las niñas sonríen complacidas. Esos rostros felices llenan el corazón de Minerva.

La mañana pasa ágil como gacela en la llanura. Es hora de almorzar. El sistema de luces de la escuela enciende el color verde en la lámpara de todas las aulas para anunciar el receso. Minerva y sus alumnos salen al patio de juegos. Los pequeños toman rápidamente el lugar que más les apetece: las mesas de pícnic, el césped o la cancha de basquetbol. Las profesoras se reúnen en un comedor de madera con sombrilla. Todas son sordomudas, a excepción de la directora, que tiene hipoacusia leve. Tácitamente, las mujeres bajan el volumen de sus aparatos para evitar golpes auditivos violentos en el exterior. Comparten el almuerzo y conversan sobre el festival de primavera. Todos los grupos deben preparar un número artístico. Minerva se emociona al pensar que montará un pasaje del Mago de Oz.
La jornada de actividades termina. Los niños vuelven a casa y Minerva también. Lalo, su novio, le envía un mensaje de texto recordándole que es noche de cine clásico. Quedan de verse a la taquilla a las ocho de la noche.

Minerva entra a su casa con el día a cuestas. Deja sus cosas en el sofá y se alegra de que el primer día de colegio no haya sido tan difícil. En su mente aparece Lalo. Decide que esa noche, por fin, accederá a casarse con él. Tal vez no sea tan malo tener a alguien que la reciba después del trabajo, piensa, mientras cierra los ojos y se queda dormida.

El instinto la despierta. Son las siete y media de la tarde. Se levanta de un tirón y arregla un poco su maquillaje. Toma el bolso y sale a la calle. Camina algunas cuadras para llegar al cine. Observa que Lalo ya está esperándola, con una sonrisa y los boletos en mano. Está muy enamorada de él. Viene a su mente el día en que lo conoció haciendo fila para comprar entradas de una saga de fantasía. Mientras lo abraza fuertemente, se siente afortunada por estar con un hombre amable y cariñoso. Entiende lo difícil que le es, a veces, adaptarse a  tener una novia sordomuda.

Ya en la sala de cine, Minerva sonríe al ver aparecer el inicio de El Mago de Oz. Piensa que es una señal para montar el número escolar con ese tema. En la escena donde Dorothy canta Somewhere over the rainbow, los ojos de la profesora se llenan de lágrimas. Inevitablemente recuerda a su mamá, cantándole en señas esa canción, justo antes de dormir. Los subtítulos le ayudan a seguir la letra. Con los dedos tamborilea el ritmo sobre la butaca próxima. Las personas de la misma fila voltean a verla de reojo, extrañadas. Minerva ni siquiera las percibe. Su cabeza está llena de ideas lindas.

Al terminar la película, Minerva y Lalo caminan por la calle. Eso es lo que  le cuesta más trabajo, piensa ella, mantener el contacto visual mientras avanzan. Cree que la vida tiene mucho de parecido con la historia de El Mago de Oz. Por mucha fantasía, siempre hay problemas en el camino. No acaba de procesar ese pensamiento, cuando se da cuenta de un tipo, que desde la otra acera, se burla de mirarla hablar con lengua de señas. Lo de siempre, piensa. Intenta no darle importancia, pero el semblante de Lalo le preocupa. Lo ve realmente molesto.

La luz cambia roja. Minerva pone atención en el conteo luminoso del semáforo para calcular el tiempo. Algo la distrae. El burlón empuja el hombro de Lalo al cruzar la calle. Lalo se detiene y le solicita una disculpa, pero el otro tira el primer golpe. A diez segundos de cambiar la luz del semáforo, ambos están trenzados sobre el pavimento, echan puñetazos. Se acerca un oficial de policía y los obliga a parar. Minerva sigue su camino, contrariada; Lalo detrás, cabizbajo. La magia se pierde a cada momento. Minerva se pregunta si podrá recuperarla con facilidad.

Fin

martes, 16 de abril de 2019

#poesía

Viaje

Tu orografía se me revela
como una tierra prometida
detrás del horizonte.

Mis pies cansados se abrasan
con la arena ardiente,
y mis labios resecos
anhelan un poco de humedad...

De pronto, a lo lejos,
entre ondas de calor y desvelo
apareces con los brazos abiertos,
como una metáfora ensoñada...

Me miras.
Tus ojos se entrecierran.
Me besas.
Mi alma vuelve de su delirio.

sábado, 6 de abril de 2019

#poesía


Recuerdos futuros ©

Por: @lixysol


Insomnio interminable,
me inunda sin cesar,
como si fueran tus brazos
sosteniéndome en el aire.

Esta noche no hay sueño,
sólo la lluvia que refleja
tu imagen en la ventana
invitándome al paraíso.

Si te tendré, no sé,
eso respondo a diario
cuando el alba llega
a colmarme de preguntas.

Mientras tanto, te imagino
como terapia de consuelo,
pero será sólo tu presencia
la que al final, me resucite.

¡Qué ironía es el amor!
Puede matar de alegría
y revivir de las cenizas.

#relato #terror


Bocadillo nocturno ©
Por: @lixysol

Inesperadamente, Armando, el joven portero de mi edificio, se declaró perdidamente enamorado de Mónica, la vecina del 2-C. Al principio se trataban como dos extraños; tal vez tratarían de disimular su idilio. Sin embargo, una mañana en que me topé con ambos en la puerta principal, parecía obvio que sus sentimientos habían aflorado del todo. Un beso largo y apasionado mantuvo atentos a los vecinos que a esa hora salíamos a trabajar. La señora del 2-B murmuraba mientras recogía su correspondencia: “Tan tranquilos que eran. Mírenlos ahora: destilando sudores frente a todo el mundo. Sólo falta que se coman el uno al otro en público”.

La noche siguiente, escuché ruidos lastimeros en el edificio, como si un animal estuviese agonizando. Con precaución, salí al pasillo. La puerta de Mónica estaba abierta. La señora del 2-B también se asomaba para ver qué sucedía, así como el doctor del 2-A. Todos entramos de golpe al departamento 2-C cuando escuchamos que los quejidos se convertían en gritos de terror. Mónica y Armando estaban sentados en el comedor. Ella se cortaba laminillas de piel del brazo izquierdo y las ponía sobre la lengua de Armando, quien las engullía como pescadillos. Él hacía la cabeza hacia atrás, sonriendo con un inexplicable semblante de placer. Ella gritaba al cortarse y después reía con una malicia casi sensual. Les dije. Sólo esto nos faltaba. Que se comieran el uno al otro en público, mascullaba indignada la señora del 2-B mientras volvía a su casa.

#relato #terror


Mandy ©

Por: @lixysol


Una inexplicable locura terminó por llevarse la vida de Mandy. Aquella noche fría, el velatorio donde reposaba el cuerpo estaba casi vacío. Mi joven tía no gozó nunca de amplia aceptación por parte de la familia debido a sus cambios extremos de humor y ataques de ansiedad. La situación se agravó luego de tres intentos de suicidio con extravagantes métodos, como intentar meter la cabeza al horno.

Esa noche de vela, la abuela Elena se acercó al féretro enjugándose las lágrimas. De repente, un rictus de horror ensombreció su rostro. “Está viva” murmuró varias veces, como un mantra. Los pocos familiares presentes rodeamos la caja. El tío Mark, sin permiso alguno, abrió la portada de vidrio para dejar al descubierto el maquillado rostro albino de Mandy. Ella tosía intermitentemente al tiempo que se incorporaba. Un silencio sepulcral se apoderó de la sala entera. Mi tía nos observó de un lado a otro con sus ojos claros, tan abiertos como platos. El encargado de la sala entró a hacer algunos anuncios, pero se quedó de una pieza. De inmediato llamó al médico para que certificara que Mandy estaba viva.

Luego del episodio, la joven intentó realizar sus actividades cotidianas. Sin embargo, cuatro noches después, vestida sólo con un camisón y en medio de una tormenta espantosa, Mandy huyó de casa hacia el bosque que rodeaba la casa de la abuela. La buscamos por días enteros, pero nunca apareció.

Anoche celebré mi decimonoveno cumpleaños. La familia intentó pasar un momento amable entre tanta tribulación.  Me senté a comer tarta en la ventana de mi cuarto, dirigiendo la mirada hacia el oscuro bosque. En un parpadeo, me pareció ver a Mandy corriendo entre los árboles, mas no puedo asegurar que en realidad haya sido ella. Tal vez la mente nos juega pasadas en nuestro deseo de hallarla, o simplemente la tía nos visita en forma furtiva y traviesa desde el otro mundo.

#poesía


Detrás de tu mirada ©

Por: @lixysol


El amor ciego no ve
porque sólo de sentir, sabe;
reconoce latidos
sin roces ni palabras.

El amor que no observa
se siente desde el interior,
como cuando el viento
traspasa las enramadas.

En cambio, el amor que tiene ojos
se siente desde fuera,
como cuando tocas los relieves
en la arena de la playa.

por todo esto, diría
que el amor que ve, no es de fiar
porque, aun cuando tiene pies,
el suelo es un límite.

Sin embargo, el amor ciego
en suplencia de la vista,
tiene un enorme par de alas
para cruzar el firmamento.

#microcuento


Los ojos de Teresa ©
Por: @lixysol 

Frente a los titilantes reflejos de la chimenea, Arturo recordó la tarde en que Teresa dijo adiós desde el autobús que la llevaría de vuelta a la ciudad.  Habían pasado juntos ese verano en el campo, entre paseos y ardientes promesas para un futuro incierto. Mientras su mente viajaba al pasado, Arturo dio un sorbo a la copa de brandy que sus viejas manos sostenían. El tono ambarino del licor trajo al presente los ojos de Teresa, almendrados y elegantes, ávidos de emociones nuevas. Si Arturo hubiera sabido que aquel idilio adolescente iba a durarle toda la vida en el corazón, habría corrido como un loco detrás del autobús antes de perderlo de vista sobre el horizonte.  



#escribir #ProsaEspontánea


Estimados lectores: 
Estoy de vuelta para mostrar por este medio el trabajo literario que me apasiona realizar. Microcuentos, relatos...todo inspirado en la vida cotidiana, real o no, que nos envuelve y motiva.
Espero disfruten conmigo este viaje al mundo de las letras. 
¡Vamos!