miércoles, 29 de abril de 2015

Así empecé a escribir

La casa de mi abuela tenía un estante con muchos libros de variados temas. Uno de los domingos que fuimos a visitarla, se me ocurrió explorar aquél místico mueble. Yo tenía unos once años. Recuerdo que recorrí varias veces con la mirada las repisas. Un libro gordo llamó mi atención. La hora del vampiro de Stephen King, rezaba la portada. Lo abrí en la primera página y, como un encantamiento, la excelsa narrativa me atrapó. No pude soltarlo, así de fácil. Continué leyendo unas páginas más hasta que mi madre anunció que volvíamos a casa. Entonces le pedí a mi abuela que me prestara el libro y se lo devolvería al siguiente domingo. Esa semana me bebí a borbotones el ejemplar, como si fuera el último libro de la tierra. Estaba maravillada con numerosos personajes tan finamente trazados. En cuanto llegaba del colegio, tomaba el libro. Hacía la tarea, luego volvía a la lectura. Después de merendar, igual. Antes de dormir...

El siguiente domingo, cumplí mi promesa y lo devolví -con cierta nostalgia, por cierto- al fiel estante que me prometía con brazos pródigos futuras emociones. Ese día, elegí Alicia en el país de las maravillas, de Lewis Carroll. Luego vino El diario de Ana Frank, y muchos títulos más.

Mientras tanto, inspirada por aquel libro de crónicas vampíricas, empezaba a hacer mis pininos con el papel en blanco, hilando sencillas historias de suspenso y terror. 




En mi cumpleaños doce, la abuela me dio dinero como regalo, y yo lo destiné a escoger el libro que más llamara mi atención. Siempre he sido una admiradora de la cultura egipcia, así que compré un ejemplar sobre la historia de la Gran Pirámide y un disco de música clásica que reproduje mientras mi imaginación volaba hacia Gizeh.

Al entrar a la preparatoria, conté con la suerte de tener una profesora de literatura que sabía cómo inyectar en sus alumnos la pasión por los libros . Recuerdo perfectamente cuando nos dijo: "Espero que se enamoren de la literatura como yo lo hice hace muchos años". En mi caso, fue un enamoramiento que a la fecha no se ha diluido. En esa época aprendí a leer con regularidad, ya que la cuota de su clase eran tres libros al mes. De ahí en adelante, como aquella bendita profesora decía, "siempre estoy leyendo algo, y tengo un libro nuevo en espera".

Desde ese tiempo, yo estaba bien segura que quería estudiar Comunicación y Periodismo. Deseaba pulir mi forma de escribir, aprender a plasmar mi entorno con una pluma. Y eso hice. La carrera me dio herramientas adicionales para dar cauce a mis inquietudes. Hice la especialización en periodismo escrito. Por aquellos días, escuché una entrevista que le hacían a Gabriel García Márquez, en donde le preguntaban: "¿Cúal es su profesión?", y él respondía: "Orgullosamente, soy periodista". Eso fue inspirador. Pensé: "yo también soy periodista, y me gustaría escribir como él".

Con el paso de los años, he escrito cosas en varios géneros. Tienes que explorar tus inquietudes y al final, ver en dónde te sientes más a gusto. En mi caso, descubrí que, aunque me gustan mucho las novelas de King, no es el tipo de suspenso que sale de mi pluma. Me gusta mezclar el thriller con el romanticismo, los grandes secretos de familia, el flashback y la crónica urbana, aunque no desdeño un poco de ciencia ficción futurista. 

No importa si ahora no sabes qué género es el tuyo. Intenta comenzar por alguno, y poco a poco, hallarás tu lugar. 

miércoles, 15 de abril de 2015

Crestas y Valles

En una historia es necesario contar con puntos de tensión y de relajamiento para mantener atento al lector de principio a fin. Vamos a llamar a los puntos de tensión como "crestas" y a los de relax como "valles". 

Es decir, la estructura de un relato podría ser así: 
Inicio - Nudo - Cresta - Valle - Nudo - Cresta - Valle - Final.

El nudo, como ya lo habíamos comentado en otro post, es el conflicto que desata la historia, y pueden ser tantos como lo consideres, siempre y cuando estén justificados y no olvides de darle una solución o pauta de solución a cada uno. Uno de los mayores errores sería dejar algún nudo sin resolver o al menos dar una idea al lector sobre la solución. Si llega a pasar esto, el lector se quedará con la sensación de que algo faltó y muy probablemente se desilusionará de la lectura.

Un tip es realizar gráficamente el hilo de tu relato, como si fuera un diagrama. Así te darás cuenta de cuántos nudos, crestas y valles estás empleando y si debes aumentarlos o disminuirlos.

Espero que te haya servido este tip y...¡a escribir! ;)

miércoles, 1 de abril de 2015

Grandes autores: Poesía • Llegan las nuevas imágenes para compartir. Encuentra la serie completa en: facebook/elgatoenellibrero




El antagonista: no a los extremos injustificados

Un antagonista lleva el contrapeso en una historia. Coadyuva en las acciones, empuja "la carreta" del relato para que sucedan determinados acontecimientos. Por este motivo, debe ser un personaje coherente. Está bien que intentes innovar al crear un villanazo, pero debes darle un hilo conductor a sus decisiones. No puede divagar o titubear de tal forma que deje "caer" la historia o que el lector acabe por reírse de él.

• Ejemplo: Elena es una joven artista. En una de sus exposiciones, conoce a Mario, un chico de lo más educado y caballeroso, quien la corteja por un breve tiempo para después casarse apresuradamente. Todo parece de lo más normal, pero Mario esconde una segunda vida como miembro de una banda que asalta bancos y realiza grandes fraudes. En esa faceta, es agresivo, manipulador, frío y ambicioso. (La incoherencia sería que fuera una persona igual de buena que como marido ejemplar, ya que entonces no le prometerías al lector el estallido de un conflicto y la promesa de la doble personalidad no estaría bien marcada. Del modo contrario, si decides presentarlo como "bueno" en las dos facetas, deberás ser cauteloso para dar una mayor credibilidad a sus actos). Poco a poco, Elena descubre esa oscura actividad e intenta boicotear el mayor atraco que la banda ha estado planeando, sobre todo cuando se entera que Mario la tenía en "la mira" para casarse por la fortuna que ella heredaría de sus padres.•

El antagonista debe tener un motivo (social, emocional, monetario, etc.) para darle la vuelta a la realidad del protagonista, hacerlo tambalear, dudar, avanzar, retroceder, en fin, cualquiera que sea la acción trazada. Por su importancia en la historia, en ocasiones llega a eclipsar al propio protagonista, aunque eso es algo que debes regular conforme a tus objetivos, a lo que quieres que logre tu relato. Lo importante en cualquier caso, es que los personajes sean fieles a sí mismos y no se pierdan o se diluyan injustificadamente. El lector siempre querrá saber qué pasó con cada uno de ellos. Si bien hay historias postmodernas en el que los personajes están marcados con un alto existencialismo -el hecho de no saber realmente a dónde quieren ir en la vida-, siempre puedes dar una pauta conductual y dejar luego a la imaginación del lector el destino que les des como desenlace.

Suerte con tus villanos y...¡a escribir!