viernes, 8 de mayo de 2015

Literatura...¿profética?

"Era el barco más grande que hubiera surcado los mares, y también el trabajo más arduo para quienes lo habían construido.

...Insumergible e indestructible, transportaba unos pocos botes, tal como lo exigía la ley. Estos veinticuatro botes estaban asegurados bajo los pescantes en la cubierta superior, y de ser necesarios, habrían dado cabida a quinientos pasajeros. No en vano llevaba también engorrosas balsas salvavidas; pero (también por otro requerimiento de ley) en cada una de las tres mil literas en los camarotes de os pasajeros, la tripulación, los oficiales y también en las oficinas había un chaleco salvavidas de corcho, mientras que, distribuidos a lo largo de las barbadas, había alrededor de veinte flotadores circulares. En vista de su absoluta superioridad sobre cualquier otro buque, la compañía de vapores anunció, para ser aplicado al Titán, un reglamento en el que creían formalmente algunos capitanes, a pesar de no ser abiertamente seguido: Debería viajar a toda velocidad a través de la niebla, las tormentas, el sol, las mareas y (en la Ruta Norte) el verano y el invierno..."


Exceptuando que en este fragmento se nombra al buque como "Titán", seguramente a más de uno, brinda la idea de que se está hablando de uno de los barcos más famosos: el Titanic. Sin embargo, es un error.


Morgan Robertson (Nueva York, 1861 - Atlantic City, 1915), marino retirado, publicó su novela Futilidad (o El Naufragio del Titán) en 1898, es decir, 14 años antes de que el Titanic se desplomara hacia el fondo del océano.


Las cercanas coincidencias entre la novela y el trágico episodio, son dignas de saberse:


TITÁN                                                                                          TITANIC
Pasajeros: 3000                                                                         - 2,207
Botes salvavidas: 24                                                                  -20
Mes de hundimiento: Abril                                                      -Abril
Causa del hundimiento: Alta velocidad que                         -Alta velocidad que
impidió evitar un iceberg                                                          impidió evitar un iceberg
Sitio del hundimiento: Aproximadamente                            -Aproximadamente
a 600 kilómetros de Terranova                                                a 600 kilómetros de Terranova






"Setenta y cinco mil toneladas de peso muerto avanzando a través de la niebla a la velocidad de cincuenta pies por segundo se habían lanzado contra un témpano de hielo.


En medio del rugido del vapor que se escapaba, y el zumbido de las cerca de tres mil voces humanas surgiendo en agónicos gritos y llamadas desde el interior de los muros que las encerraban y el silbido del aire a través de cientos de postigos abiertos (a medida que el agua que entraba por los agujeros del abollado y hendido lado de estribor lo expelía), el Titán se movió lentamente hacia atrás, lanzándose hacia el mar en donde flotó débilmente de lado, como un agonizante monstruo, gruñendo con su herida de muerte".






Una vez que el Titanic se hundió, la novela de Robertson, hasta entonces una más en las estanterías, se vendió al por mayor. Se crearon hipótesis tanto científicas como sobrenaturales. El público estaba intrigado por la similitud en datos de ambos buques. 
Hasta se llegó a decir que el escritor recibía la información de algún ser astral que prácticamente le dictaba sus relatos. En otra de sus novelas, "Más allá del espectro", describe una guerra en donde se utilizan aviones lanza bombas, las cuales emitían una luz enceguecedora al estallar en la tierra. Esta obra se publicó en una época en la que la bomba atómica era impensable. 

Morgan Robertson es, sin duda, un personaje polémico. Si sus"profecías literarias" son sólo una coincidencia o no, eso queda en el juicio de cada lector. Lo importante es que la literatura -alimentada, en gran medida, de una incesante imaginación- puede no sólo trastocar los límites de la realidad, sino también intervenirla, moldearla, proyectarla. Ésa es la magia de las letras.