Tu orografía se me revela
como una tierra prometida
detrás del horizonte.
Mis pies cansados se abrasan
con la arena ardiente,
y mis labios resecos
anhelan un poco de humedad...
De pronto, a lo lejos,
entre ondas de calor y desvelo
apareces con los brazos abiertos,
como una metáfora ensoñada...
Me miras.
Tus ojos se entrecierran.
Me besas.
Mi alma vuelve de su delirio.